jueves, 13 de octubre de 2016

"Metal haters", aquellos que asfixian el metal





Por: Yohel "Metal Head" Amat


Lo confieso: tengo 51 años y desde mis años de juventud, el rock ha sido mi tabla emocional de salvación. En especial el heavy metal y todos sus subgéneros.

Por ello puedo hablar con propiedad con respecto a los “metal haters”, ese ejército de puristas que se dedican a defender a toda costa, aún del género mismo que dicen defender, la pureza del metal y de los “buenos y viejos tiempos”.

"Ahora, no voy a pecar de hipócrita al decir que me gusta el rock de la actualidad. Mentiría si lo hiciera. Para mí, Iron Maiden hizo su último gran disco con “Seven Son of a Seventh Son”, ello no quiere decir que sea verdad para ustedes".


También considero que los buenos tiempos del heavy metal han pasado y que solo estamos viviendo de las viejas glorias de gigantes como Metallica, AC/DC, Slayer y similares; únicos capaces de llenar ellos solos estadios alrededor del mundo. Y estamos hablando de bandas cuyos miembros ya pasan de los 45 0 50 años.

No voy a caer en la trampa fácil de ponerme a evangelizar al respecto, para tratar de convencerlos de que “tiempos pasados fueron mejores” y de que lo de ahora es basura.
Al hacerlo, me estaría convirtiendo en un “metal hater”.

Las características principales de un “metal hater” que se respete son:


  • Desprecio total por Metallica o por cualquier grupo que haya tenido éxito comercial o - ni Dios lo quiera - que esté bajo el paraguas de un sello disquero grande
  • Acusar a diestra y siniestra a diversos grupos - con o sin trayectoria - de “vendidos”
  • Odio virulento por todos aquellos que piensen diferente a ellos

En otras palabras, se consideran los Sumo Sacerdotes del Metal, con derecho a quemar en la hoguera a quien sea.

Usted reconoce uno porque nada de lo que hagan muchos grupos de metal es bueno. Para ellos, por ejemplo, Metallica se vendió con el Álbum Negro y todo lo que han producido posteriormente es basura. Y viven para decirlo a diestra y siniestra.

Para un  “metal hater”, la unión entre Axl Rose y AC/DC es una abominación de la naturaleza ya que para ellos, AC/DC debería ya jubilarse y el solo hecho de darse esta “relación”, revela que Angus Young es un "vendido".

Un “metal hater” no puede entender el metal como una escena donde tocar con el corazón y con pasión es obligatorio, pero también el tener dinero en la cartera. Y el tratar de hacer ambas cosas no debería ser pecado.

Para ellos, sus grupos de “culto” aparentemente no están interesados en ganar dinero, solo en tocar para una multitud de “metal haters”, cuidando siempre de no herir susceptibilidades, porque se verían irremediablemente desterrados del cielo metalero.
¡Cuanto daño le hacen al género que dicen amar!

"Es por causa de estas divisiones que los conciertos de rock en Panamá no se llenan, ya que a la hora de que algún promotor se arriesga a traer un grupo, inmediatamente el mismo se ve sometido a un escrupuloso análisis - ¿Es muy “light”? ¿Es muy “pesado”? ¿Son bonitos los integrantes? ¿Ya se vendieron? ¿Muy comercial? ¿Muy indie? - luego del cual se decide si gastan en boletos para ir al concierto".

En cambio, los conciertos de pop, bachata, salsa y similares son apoyados por el público, que no se pone mucho a especular a la hora de gastar en un boleto, solo para pasar un buen rato.

Quizás los metaleros y rockeros hemos olvidado esa parte del género: usarlo para pasar un buen rato con la “banda”; ¡con los amigos!

Pudiese ser que cuando recuperemos ese espíritu, sabremos que los buenos tiempos del rock quizás no han pasado y que volverán con fuerza, apoyados por un ejército de “metal fans” que apoyen los conciertos cuando los hagan, propiciando así que se repita, ¡porque es negocio para el promotor! ¿Es tan difícil de entender?

Si seguimos alimentando las filas de los “metal haters”, seguiremos viendo como las grandes bandas de rock y metal se presentan en todos lados, menos en Panamá.

Por mientras, allí nos quedan los viejos discos para rumiar nuestra miseria y odio en la oscura esquina de nuestro cuarto, como “metal hater” que se respeta.

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